Mi primera marcha. Parte III: La conclusión.
Total que por el sol y la caminata, llegamos secos como pedazos de chito, al hemiciclo a Juarez.
Como dije antes, caminábamos mas o menos rápido, y llegamos a la mitad del primer contingente.
Para empezar un momento emocionante, porque al llegar, encontramos en el estrado, y en el lugar, gente con la que tengo cierta afinidad ideológica, y que he leido en sus columnas y en muchos casos he coincidido.
Es bueno ver gente que conoces por las letras, por lo que escribieron, y conoces sus ideas y no tanto por interpretaciones ajenas.
En el estrado Javier Corral, Emilio Alvarez Icaza (de la iniciativa Ahora), Denisse Dresser (Columnista, académica) Agustín Basave (académico). Martha Tagle (Senadora independiente).
Gente con la que me gustaría platicar, eso es emocionante.
Comenzaron los discursos, y con ellos el cansancio. Todos en busca de hidratación y ya con hambre, le hicimos el dia a un chavo que vendía "tehuacanes preparados", y a una señora que con su hija, traían un carrito de chicharrones, con su respectiva salsa botanera. Ya era un domingo en la alameda, con arengas y discursos incluidos.
Pero lo mas bizarro, fué mi primera manta en la manifestación.
De repente asi de la nada, llega una señora diciéndonos que si le podemos detener una lona en lo que iba por unas aguas. En el momento de la solidaridad para con el otro, sin pensarlo dijimos que si, que con gusto.
Nosotros que ya estábamos instalados, con esa responsabilidad nos dimos a la tarea de ejecutarla bien, extendimos la manta, la apoyamos en los palos que le daban forma y esperamos. 10 minutos orgullosos de portar las consignas, a los 15 minutos, nos dimos cuenta que tapábamos a los de atrás que también querían ver a los oradores, a los 20 minutos ya inquietos, nos dimos cuenta que la señora de plano no iba a regresar y optamos por plegar la manta, y a los 25 minutos, ya la pusimos en la basura, porque tampoco era cosa de dejarla ahí tirada.
Eso se saca uno por solidario. En fin.
Ya para el regreso, desandar el recorrido, otros 30 minutos, que ya en conjunto con lo que llevábamos marchando y parados se nos hizo cansado, y más, pasados los 40 años, aguanta uno... pero no es lo mismo.
De plano, empezar a marchar a los 43, no es tan buena idea, pero me deja una buena sensación, y lo volvería a hacer alguna vez... si fuera muy necesario.
Como dije antes, caminábamos mas o menos rápido, y llegamos a la mitad del primer contingente.
Para empezar un momento emocionante, porque al llegar, encontramos en el estrado, y en el lugar, gente con la que tengo cierta afinidad ideológica, y que he leido en sus columnas y en muchos casos he coincidido.
Es bueno ver gente que conoces por las letras, por lo que escribieron, y conoces sus ideas y no tanto por interpretaciones ajenas.
En el estrado Javier Corral, Emilio Alvarez Icaza (de la iniciativa Ahora), Denisse Dresser (Columnista, académica) Agustín Basave (académico). Martha Tagle (Senadora independiente).
Gente con la que me gustaría platicar, eso es emocionante.
Comenzaron los discursos, y con ellos el cansancio. Todos en busca de hidratación y ya con hambre, le hicimos el dia a un chavo que vendía "tehuacanes preparados", y a una señora que con su hija, traían un carrito de chicharrones, con su respectiva salsa botanera. Ya era un domingo en la alameda, con arengas y discursos incluidos.
Pero lo mas bizarro, fué mi primera manta en la manifestación.
De repente asi de la nada, llega una señora diciéndonos que si le podemos detener una lona en lo que iba por unas aguas. En el momento de la solidaridad para con el otro, sin pensarlo dijimos que si, que con gusto.
Nosotros que ya estábamos instalados, con esa responsabilidad nos dimos a la tarea de ejecutarla bien, extendimos la manta, la apoyamos en los palos que le daban forma y esperamos. 10 minutos orgullosos de portar las consignas, a los 15 minutos, nos dimos cuenta que tapábamos a los de atrás que también querían ver a los oradores, a los 20 minutos ya inquietos, nos dimos cuenta que la señora de plano no iba a regresar y optamos por plegar la manta, y a los 25 minutos, ya la pusimos en la basura, porque tampoco era cosa de dejarla ahí tirada.
Eso se saca uno por solidario. En fin.
Ya para el regreso, desandar el recorrido, otros 30 minutos, que ya en conjunto con lo que llevábamos marchando y parados se nos hizo cansado, y más, pasados los 40 años, aguanta uno... pero no es lo mismo.
De plano, empezar a marchar a los 43, no es tan buena idea, pero me deja una buena sensación, y lo volvería a hacer alguna vez... si fuera muy necesario.
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