Ixtaltepec necesita ayuda.

Hace unos días fué el temblor de mayor magnitud del que se tenga registro al menos en 100 años.
Supimos inmediatamente, que Juchitán, había sufrido muchos daños, pero también toda la zona del Istmo de Tehuantepec.
Lo mas triste del asunto, es que afectó a una población a mas o menos 30 min de Juchitán, que es la tierra de mi familia: Ixtaltepec.
A decir verdad, casi no voy, y casi no me gusta ir para allá, no tengo absolutamente nada en contra, tal vez el recuerdo de los viajes.
Recuerdo las veces que íbamos, las noches en el camino, horas y horas de viaje en una oscuridad absoluta de las carreteras mexicanas promedio en los 80. Horas de oscuridad y de pronto la esperanza de ver una luz, y otra, y cada vez mas, hasta llegar a un pueblo, la gasolinera, y lentamente el espaciarse de las luces, cada vez menos, y menos, hasta volver a la oscuridad total otro rato.
Bajarnos al baño o a comer algo, y el ruido incesante de las "chicharras", y el calor tropical que agobia a cualquier niño acostumbrado a vivir en el altiplano, entre el aire frio y seco.
Años después tuve en el camino un accidente que me puso cercano a la muerte, a lo mejor por eso no me gusta ir, solo que sea por eso.

Vi la casa de mis abuelos derrumbada, y me dió mucha nostalgia.
No tengo grandes recuerdos de mi infancia ahí, pero recuerdo mucho la habitación donde tenían el molino de manivela para maiz, que es mi referencia para la palabra "molino".
Las puertas de madera, que en su mayoría fueron reemplazadas por metal conforme supongo llegó la delincuencia. Recuerdo el ruido de los pestillos de esas puertas, el ruido a tablón que corre y pega al abrir y al cerrar.
A pesar de esos recuerdos, no la pasaba bien ahí, era yo un niño de ciudad, de la capital, para mi, el lugar tenía mucho calor, y pocas diversiones. En aquel entonces, los niños de mi edad eran para mi como marcianos: Despeinados, semidesnudos (desnudos a veces los mas pequeños en sus casas), y sobre todo descalzos, todos podían andar sin zapatos en la arena hirviente de las calles de Ixtaltepec. Yo no podía ni siquiera andar sin calcetines y con sandalias. Una vez intenté caminar como ellos, pero incluso en la sombra, cualquier piedrita lastimaba mis pies, hechos para suela y asfalto.
Y para acabar con el panorama, todos podian hablar zapoteco, jugaban y se comunicaban en otro idioma que yo no entendía, asi que para mi, todo era hostil.
Eso si, siempre estaban contentos, iban y venían todo el dia, haciendo mandados, y jugaban por la tarde, siempre sonrientes, trabajadores,  pero evidentemente bien tratados, respetados como niños.

Vi las fotos del pueblo, con montones de casas destruidas, y recordé la llegada al pueblo:
El eterno símbolo de "Vota PRI" en una de las paredes (tristeza política ochentera), de los negocios en los arcos al llegar al pueblo, la parada del autobus, la parroquia casi a pie de carretera, mas allá el kiosco y la farmacia, con las únicas cabinas de teléfono que vi en mi vida. Hacia la casa de mis abuelos, un árbol que en alguna época del año tenía unos pájaros que hacían un escándalo terrible por la tarde.
Nada mas llegar, la alegría de la familia de mi papá. Todo era júbilo y risas por nuestra llegada, y nosotros contentos de poder descansar después de 12 hrs. de viaje.
Recuerdo que eso si, aunque inmerecidamente (yo no era muy sociable que digamos), todo el mundo me trataba bien y me decían "hijo". Donde visitaramos a la familia, las señoras me veían sonrientes, y me tocaban los hombros y le decían a mi papá: "galán", que desde entonces, percibía yo como la forma de ser corteses, no es que fuera yo muy guapo.
Todo el mundo me trataba bien, mis primas mayores me decían "m'ijo", y me recibían bien, aunque habría preferido tal vez estar en mi casa, con el frio, y mis amigos, jugando nuestros juegos de siempre, en lugar de unos juegos diferentes,  y aletargado todo el día por el calor.

Vi en las fotos, como estaba medio derrumbado un cuarto y se veía el infaltable gancho de las hamacas, una de las 6 que recuerdo, habia casi en todos los cuartos, y donde aprendí a dormir en hamaca, leyendo o simplemente refrescándome un poco en la tarde.

Vi en un video, como pasaban por una escuela que recuerdo, cercana al centro, a pie de carretera.
En esa misma, recuerdo una vez una fiesta con un escándalo tremendo (otra cosa que no me gustaba), toda la gente feliz, unos tirando regalos desde la parte de atrás de un camión, toda una comitiva de mis tias, y otras mujeres con vestidos muy coloridos, contrastantes con el sobrio pantalón oscuro y camisa blanca de los hombres.
Aun cuando no me gustaba el escándalo, recuerdo haber escuchado en algún momento como la charla y los ruidos de la calle, fueron por completo borrados por la orquesta que tocaba majestuosa: "La sandunga". Al día de hoy, cada vez que la oigo desde el principio, me da un escalofrío de emoción. La gente feliz, las mujeres bailando alegres.

Como dije antes, es la tierra de mi familia.
Un lugar donde por las circunstancias, pertenecí poco, pero es de los pocos lugares donde vi gente buena, que sin merecerlo, siempre me trataba bien, gente que todo el tiempo trabajaba o descansaba sin quejarse, donde siempre vi caras amables.
Hoy del Ixtaltepec que conocí, ya quedará muy poco, pero la gente, mi familia, sigue estando ahí, es un lugar de gente buena y amable, y que hoy sufre grandes pérdidas, y que habrá que seguir ayudando.

Desconozco el autor del video, me llegó por redes sociales, pero al final da algunos datos de como apoyar a esta población.





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